sábado, 11 de febrero de 2012

Simplemente LAGRIMAS .


Un, dos, tres. Otra lágrima cae. Un, dos. Otra más. Lágrimas que no van al compás. Lágrimas saladas de rabia, de dolor, de impotencia, de sufrimiento, de amor. No puedo cerrar los ojos porque tú apareces, no puedo dejarlos abiertos porque mi mente te imagina. Te odio, te odio con todo mí ser, pero más me odio a mi por no poder dejar de quererte. Es cruel verte cada día, cada hora y cada minuto; tenerte al lado y no poder tocarte; mirarte y sentirme estúpida cuando lo hago de reojo. No puedo soportar pensar que tú estás aquí, a mi lado, pero a la vez tan lejos como para no poder alcanzarte jamás, en el cielo.
Un...Ya no llego ni a dos, caen a la vez, dos lágrimas, tres lágrimas. Dicen que el peor dolor es el que se explica con palabras pero no, no lo es, el peor dolor es interno, el de no poder ni articular palabras. Es ese dolor, el que hace más daño y junto con el otro es algo brutal: una explosión de melancolía y de espasmos continuos, de golpes y rechazo. Después de esa explosión no queda nada, nada de nada, solo un llanto seco: sin lágrimas; algo que duele pero que no se puede ver. Intentar ser fuerte es una frase verdaderamente gilipollas cuando se fracasa en el intento.
Ahora solo queda correr, correr, nada más que eso, correr hasta que duela el pecho, correr hasta escupir sangre, correr hasta caerse cien veces, solo correr; solo querer salir de ahí. Pero al volver comenzaremos de nuevo: Un, dos, tres. Vuelven las lágrimas.

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