miércoles, 22 de febrero de 2012

Un pequeña corriente .

Retornan cálidos días de un verano que quedó atrás, esos días en los que el amor fluía por nuestras bocas y se resbalaban por nuestros labios, sentimientos guardados entre suaves caricias que envolvían tranquilas miradas, sonrisas ocultas tras los tan añorados y tiernos abrazos que reaparecen en el más frío de los inviernos para las emociones...
Mi corazón se había sincronizado con el paso de las estaciones, se encontraba algo congelado, paralizado con la frialdad de sus propios sentimientos, le costaba latir por algo que no fuera más que su propia supervivencia -aunque, a veces, deseaba de dejar de hacerlo y descansar de una vez al fin-. Pero tu tacto le hacía estremecerse, una pequeña corriente recorría cada una de las partes de mi cuerpo, desembocando en mis labios que no desean más que tus besos. Inundaba un gran océano de calor producido por tu suave voz, en el que se ahogan todas las preocupaciones por un instante, donde tu mano me saca a la superficie haciéndome vivir de nuevo. 
Pero aunque ahora estemos tan cerca el uno del otro, nuestros corazones están muy lejos.
Quisiera poder caminar sobre la estrellas, en la inmensidad del universo con la Luna haciendo de meta de este  costoso trayecto, sosteniendo fuertemente tu mano, apartando el miedo de caer en la inmensidad del olvido, teniendo fe de que siempre perduraré en algún lugar de tu corazón.
Dejar volar mis pensamientos, los que contienen mil ''te quiero'' que deseo que escuches, ponerles de destino tu corazón. Espero que escuches todo lo que te deseo decir y que mis labios son incapaces de expresar.
Quiero jugar a amarnos eternamente, como si de un inocente juego de niños se tratase, no quiero trampas, quiero que el amor sea puro en toda su excelencia, quiero que los sentimientos sean verdaderos y que en los días de oscuridad puedas ver una pequeña luz en mí, una luz que jamás te abandonará, una luz que te seguirá hasta el fin del mundo.
Puedo prometerte tantas cosas que ni siquiera el infinito consigue comprender su grandeza, pero al igual que las palabras, se acaban olvidando, quedando enterrados entre no más que antiguos recuerdos. No quiero que esto sea así. 
Prométeme que esto no acabará así, prométeme simplemente que no acabará. Prométemelo entre besos y silencia las palabras, no me dejes hablar, solo bésame. Bésame para pactar este amor para siempre.

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