lunes, 20 de febrero de 2012

Por mucho que lo grite en mi interior, jamás conseguirás oírlo.

De nuevo vuelvo a llevar esta gran carga en la parte izquierda de mi pecho, un corazón que vuelve a palpitar al compás de nuestro andar, vuelve a ser un corazón cálido, tanto que a veces arde junto con los demás sentimientos y emociones que han florecido una vez más, pero aún es invierno. Les cuesta crecer e incluso mantenerse con el mínimo ápice de vida que les queda, día a día se van marchitando a la par que el sol cae, un trágico final ya habitual para esta desolada alma perdida entre la grandeza del universo. Mientras caminamos por las vacía calles puedo oír el sonido de tu corazón, lento y calmado, espero que no puedas oír el mío, late fuertemente con solo sentir el sonido de tu voz acariciando mis oídos, componiendo una melodía que no para de resonar una y otra vez en mi cabeza; cómo el suave tacto de tu piel hace que me estremezca, haga que un interminable escalofrío recorra mi cuerpo... tengo ganas de dejar reposar mis labios contra los tuyos, crear un gran silencio donde las palabras no sean necesarias, donde solo importe el momento, donde sean las tímidas miradas las que lo digan todo. Solo necesito ese pequeño aliento que se escapa entre la comisura de tus labios para vivir...
Pero los sueños se van con el suave susurro del viento, te voy perdiendo entre la neblina, mientras observo como tu cuerpo se va alejando, dejando un gran vacío a mi lado; ahora camino por calles solitarias, al compás de la lluvia que desprenden mis ojos, me cuesta caminar si no es contigo... Los apresurados latidos de un enamorado corazón se van apagando, se van consumiendo poco a poco, las sonrisas se van desgastando con el tiempo y no queda hueco para algo más que unos cuantos suspiros ahogados en desesperación...
Los recuerdos no hacen más que atacar a este débil corazón, podrido y mustio, corroído por la agonía, por el anhelo... no hay nada que lo haga volver a vivir.
Y fue cuando apareciste tú.
Tú y tu cercana forma de ser aparecieron de la nada, pero significándolo todo, tu simple presencia hacía que todos mis huesos temblaran, se excitaran. Sentía como el paso de las estaciones transcurría más rápido de lo común frente a mis ojos, o quizás frente al reflejo de los tuyos. Nos quedamos atrapados entre los meses de primavera, entre abrazos sin final y despedidas con un sabor amargo...
Pero he de dejarlo todo guardado en este pequeño rincón, aislado del resto del mundo, un lugar que solo yo conozco. Donde están mis más escondidos secretos, mis más sinceras confesiones y mis más preciadas piezas de este puzzle que compone mi vida. He de mantener estas palabras aquí, donde por mucho que grite no puedas oírlas, no quiero perderte, no a ti...

No hay comentarios:

Publicar un comentario